Ambientada durante los últimos días del Período Tokugawa (Edo), Moeyo-ken cuenta la historia de Hijikata Toshizo y el Shinsengumi. Hijikata Toshizo es un samurái ansioso por probar sus habilidades y espada y hacer su primer asesinato. El dojo al que pertenece practica el estilo Tennen Rishin y enseña esto a los agricultores. No considerados verdaderos samuráis por otros dojos, reciben una solicitud de duelo de un dojo rival que practica el estilo Kogen Itto. Sohaku Rokusha, un maestro allí, los desafía y pelea con Hijikata Toshizo. El resultado de la pelea crea una animosidad mortal entre ellos que dura a través de los siglos.
Un cleptómano casado (Sonoko) y una mujer más joven (Mitsuko) comienzan una historia de amor inusual que se convierte rápidamente en un triángulo de amor sexual perverso cuando el esposo de Sonoko se involucra.
En desacuerdo sus padres, Otsuya huye de su hogar para refugiarse en los brazos de Gonji, quien termina vendiéndola en una casa de geishas. Allí, un maestro del tatuaje dibuja sobre su hermoso cuerpo una inmensa araña. Como si el espíritu del insecto tomara posesión de la joven, el deseo irreprimible de venganza se transforma en el centro de su vida. Como la viuda negra tatuada en su espalda, Otsuya arruina la vida de todo hombre que se cruce en su camino.
Adaptación de una novela homónima del escritor Yukio Mishima. Trata sobre la terapia que lleva a cabo un psicoanalista (el doctor Shiomi) con su paciente (Reiko), la cual llega a su consultorio aclarando que misteriosamente ha dejado de oír la música, que es utilizada por la paciente como una metáfora del orgasmo. La novela original se centra en la investigación profesional del médico para encontrar la razón de la frigidez de la paciente y para aclarar la atracción que ésta despierta en él.
El sevillano Melchor Rodríguez García, exnovillero, anarquista de la CNT-FAI, salvó a miles de personas de derechas en la guerra civil. Sin embargo, su talla humana -un paradigma en medio de aquel conflicto fraticida- no es conocida por el gran público. Melchor Rodríguez, que conoció la cárcel en más de treinta ocasiones a lo largo de su vida, fue nombrado Delegado especial de prisiones durante el mandato del anarquista García Oliver en el Ministerio de Justicia. Desde su puesto, a finales de 1936, detuvo las sacas de las cárceles madrileñas y los “paseos”, jugándose en numerosas ocasiones la vida, como cuando se enfrentó a una turba frente a la prisión de Alcalá de Henares.
Tras conseguir escapar con Newt y Bishop de un planeta alienígena, la teniente Ellen Ripley (Sigourney Weaver) recala accidentalmente en Fiorna 161, una remota cárcel galáctica cuyos peligrosos reclusos están absolutamente abandonados a su suerte.